Tamapolis: Javi Agenjo's personal blog

Yo me considero hijo de una generación donde los grandes cambios se han producido con tanta celeridad que nadie ha sabido las consecuencias que se iban derivando de ella.

No es que esto no haya sucedido antes, es solo que por lo general a cada gran cambio le precede un tiempo de adaptación donde las cosas se asientan y donde se pueden medir su impacto en los otros ámbitos, para poder aplicar alguna solución que los palie de alguna manera, y en esta generación eso difícilmente puede suceder.

Mi generación ha jugado mucho a videojuegos, hemos visto el salto del Pacman al GTA4, y nos hemos dejado arrastrar por la mecánica de mundos virtuales, adaptando nuestra forma de pensar a la de los creadores de mundos. Algunos de los que derrochaban su tiempo en videojuegos lo han sabido alternar con otras actividades más enriquecedoras socialmente que les han mantenido equilibrados, yo no.

En un videojuego uno no teme a las consecuencias de sus actos durante la partida, primero porque sabe que estas jamás traspasaran el umbral entre el videojuego y  la realidad, y segundo porque incluso dentro del juego sabe que siempre le quedara alguna partida guardada desde la que poder recuperar el momento anterior a cuando tuvo que tomar su decisión. El jugador no afronta las consecuencias de sus malas decisiones y por lo tanto no ejercita tampoco su habilidad para enmendar los errores.

Es por eso que el adolescente que desarrolla su personalidad delante de una pantalla no tiene el hábito de afrontar las consecuencias de sus decisiones.

Esta persona una vez puesta en el contexto social, emocional o laboral siente una presión increible cuando se trata de tomar decisiones, no se ve capaz de elegir porque le da pánico equivocarse, teme sobremanera arrepentirse.

Cuando a un jugador se le presenta un dilema en el que debe tomar una decisión a elegir entre varias este no toma aquella que parezca más favorable (incluso si esta es mucho más probable que el resto), tomará la que menos impacto tenga en su vida, es decir, aquella que garantice que no tendrá consecuencias.

Esto a la larga hace que el jugador se deje arrastrar por las decisiones de los demás, deambulando por un curso de la vida que no es el que él ha escogido.

Ante tal panorama el jugador solo le queda una opción y es la de asegurarse de que quienes tomen las decisiones por él sepan qué es lo que él quiere.

Thursday, June 12th, 2008 @ 11:38 am General
RSS 2.0 Trackback